Marcel Giró


Imprensa

El descubrimiento de Marcel Giró

Núvol. Digital cultural
2.05.2017 Josep Maria Cortina.

Marcel Giró, nacido en Badalona en 1913 y fallecido en Mirasol en 2011, es todavía un fotógrafo casi desconocido en su tierra natal a pesar de la calidad de su obra, una muestra de la cual se expone estos días en la galería RocioSantaCruz de Barcelona. La razón es debida, sin duda, al hecho que vivió y trabajó profesionalmente muchos años en Brasil.

La trayectoria vital de Giró tiene un cierto aire aventurero y un carácter fuertemente emprendedor que él mismo explicó en una entrevista radiofónica grabada ya hace años. Era hijo de una familia badalonense que regentaba un pequeño negocio textil que sufrió los estragos de la guerra civil y fue expropiado por la CNT. Al inicio de la guerra, Giró se moviliza como voluntario de la Generalitat pero más adelante, a los veintitrés años, ante la convulsa situación y de los enfrentamientos entre las diversas facciones republicanas decide marchar al exilio; atraviesa los Pirineos a pie y vive unos meses en Francia haciendo todo tipo de trabajos para sobrevivir. En el año 1940 con dos amigos más parte hacia Colombia donde juntos ponen en marcha una pequeña industria de confección de calcetines. Pocos años después, ya casado, se va a Brasil donde tenía unos parientes y allí colabora en su negocio de aceites.

Continúa dedicándose a la fotografía como amateur y al ver que algunas de sus fotografías son adquiridas por agencias de publicidad decide convertir la fotografía en su profesión y establece su propio negocio. El Estudio Giró, en pocos años, se convertiría en uno de los más importantes del país y en el cual llegaron a trabajar catorce personas. Pero al margen de los encargos profesionales, Giró experimenta siempre que puede en un terreno más personal y se vincula a las corrientes fotográficas más modernas del país que giran en torno al Foto Cine Clube Bandeirante de Sao Paulo. Desde esta plataforma contribuye decisivamente a la consolidación de la corriente fotográfica más vanguardista, conectado claramente con la fotografía europea de aquellos años.

Finalmente, la trayectoria profesional de Giró acaba en 1978 cuando después de la muerte de su esposa vende su negocio y regresa a Cataluña.

¿Porqué aparece ahora este patrimonio fotográfico que había permanecido oculto? Con un exceso de humildad, Giró siempre se había resistido a la publicación impresa de su obra que consideraba menguada, debido a dos destrucciones parciales ocasionadas por incendios. Por ello, el descubrimiento, si así le podemos llamar, se debe al trabajo de su sobrino Toni Ricart Giró, fotógrafo, ilustrador y diseñador gráfico que explora y ordena lo que queda de toda la obra de su tío y nos muestra un verdadero tesoro. El resultado es un magnífico fotolibro publicado en 2012 y del cual ahora se ha hecho una segunda edición, que se puede adquirir a través de la editora digital Blurb y dónde ya se puede descubrir la personalidad de un gran fotógrafo.

Poco a poco, el nombre de Giró es más conocido y algunas de sus obras se incorporan a colecciones de prestigio como las del MOMA de Nueva York o el MASP de Sao Paulo.

Ahora se presenta esta exposición en que la mayoría de las obras son copias vintage. La muestra se inicia con un grupo de imágenes de los años treinta disparadas en Cataluña en un estilo más bien pictorialista pero dónde, de vez en cuando, ya se adivinan formas compositivas más modernas.

El grueso de la exposición es de obras de la etapa brasileña datadas la mayoría en la década de los cincuenta, sin que haya sido posible, por carencia de información, precisar el año. Aquí, ya decididamente, Giró se ha dirigido hacia una concepción radicalmente diferente, influida por las corrientes que inspiró la Nueva objetividad alemana.

En un primer bloque se presentan una serie de imágenes en las cuales se captan fragmentos muy detallados de plantas y otros objetos, que en algunos casos empiezan a abrir el camino de la abstracción. Un segundo bloque ofrece retratos de figuras humanas en que, a base de encuadres cortados o desenfoques potentes, se consiguen imágenes de gran potencia y originalidad.

Otro grupo lo constituye la fotografía de arquitectura en la cual con un blanco y negro muy contrastado, donde los grises prácticamente han desaparecido, Giró consigue nuevamente imágenes muy interesantes.

Viéndolas he evocado algunas de las fotografías del gran fotógrafo Antoni Arissa de quien, en 2014, vimos una gran exposición antológica en el CCCB de la cual ya hablamos en estas páginas.

La fotografía de Giró recuerda también las obras de otros fotógrafos catalanes de su época, como por ejemplo Emili Godes o Joaquim Gomis, los cuales, como él, hicieron el tránsito de la fotografía más tradicional a la modernidad.

En conjunto, esta muestra es una muy buena oportunidad para recuperar la memoria de otro fotógrafo catalán de la segunda mitad del siglo pasado que hasta ahora había pasado casi desapercibido.